domingo, 29 de noviembre de 2009

Miradas pasajeras



Línea 1
Go Cain (Najwa Nimri) sonando..

Dejándome llevar, la cabeza ladeada, casi apoyada en el hombro del que esta sentado a mi lado, casi dormida. Próxima estación, Estrecho. El vagón para en seco. Despierto. Ojeo si todo sigue en su sitio. La mujer que está leyendo una revista enfrente de mi, los dos chicos que hablan de sus asignaturas, el grupo de chicas jóvenes y sus maletas, el chico que está a mi lado que a veces hace de reposacabezas, un periódico tirado en el suelo...
Si, desde que que he entrado aquí y me he sentado todo sigue en su sitio, a excepción de varios viajeros que han ido entrando y saliendo. Aparentemente todo sigue igual.

Estiro las piernas y encuentro que el cordón de mi zapatilla izquierda ha sido extrañamente alterado. Está atado si, pero se ha salido del primero agujero empezando por la puntera. Cosa rara, por que yo no lo he puesto asi en ningún momento, y juraría que al calzarme no estaba colocado de esa manera.

Me dispongo a hacerle una foto, para tener pruebas del hecho.

En el metro no es fácil pasar desapercibido. Metidos todos en un vagón detectamos cualquier mínimo moviento. Fijamos la mirada, o simplemente miramos con el rabillo del ojo. Y así los pasajeros interactuamos entre nosotros. Gente desconocida que te mira con desaprobación (la mujer deja de leer su revista) o que tiene una sonrisa para tí (las chicas de las maletas). Gente que en el momento del contacto visual aparta la mirada avergonzada (el chico-reposacabezas) o gente que clava su mirada hasta conseguir una situación incómoda (de nuevo la mujer de la revista del corazón). Gente que va a lo suyo y no se da cuenta del fenómeno paranormal que esta teniendo lugar en ese momento (los dos chicos). Gente que desearía preguntarte qué demonios haces sacándole una foto a tus destrozadas zapatillas (yo, si no fuese yo misma).





martes, 17 de noviembre de 2009

La boca de metro da que hablar

Hoy era el dia para escribir esto. Hoy uno de estos puntos ha tenido lugar, y no he podido mas que reir, por que hoy era el típico día que empieza al revés, que parece intentar contradecirme, cuando lo que pretendía era no mantenerme ociosa, y solo esperaba que algo interesante ocurriese para tener algo que contar. Y todos los acontecimientos, ya sean buenos o malos, que hacen de un dia mediocre uno mas pasable, son dignos de contar.

" Et voilá"

. Darme cuenta de que no tengo el abono una vez que he llegado a la estación, después de haber andado lo suficiente cuesta abajo para llegar hasta ahi. Cagarme en todo al pensar en tener que volver a casa, esta vez cuesta arriba, a buscar mi pase a lo subterráneo.


. Darme cuenta de que no tengo el abono, buscar una moneda en el monedero, en los bolsillos, en el fondo del bolso, detras de las orejas! para sacar un billete en la máquina expendedora y ver que no tengo un duro. Eso, además de joderme por la misma razón que el primer punto, me irrita aun mas por el hecho de verme en la ruina. ( y por si fuera poco, con una deuda en el banco)


. Intentar colarme sin pagar, saltando las barras metálicas y con la dificultad añadida de estar con el movil pegado a la oreja. Ser descubierta por un guarda en mitad de todo este proceso, yo con una pierna dentro y otra fuera. Que se me caiga el movil al suelo y que vaya a parar a los pies del guarda. Que el guarda le de una patada y mande mi movil al otro lado de la barrera para que yo vuelva a salir, recoja mi movil pateado y mi vergüenza, y vuelva a entrar, esta vez pagando, bajo la mirada atenta del señor guarda y demas viajeros.


. Quedarme sin pilas, por que mi mp3 es así de rudimentario, en medio de una canción que me estaba animando el trayecto y estaba dando rienda suelta a mi imaginación.

. Estar inmersa en la lectura de algun libro y que entre con grupo de quinceañeros enloquecidos que hablan a grito pelao. Cambiarme de vagón para poder continuar con mi lectura y justo al empezar a leer escuchar como alguien me llama. Alguien conocido. Salir de la fantástica escena que estaba teniendo lugar en mi cabeza a medida que iba leyendo cada palabra para meterme en una conversación absurda que olvidaría nada mas salir a la calle.


. Cabrearme con la máquina expendedora de billetes al ver que mis monedas son rechazadas una por una. Frotarlas como todo hijo de vecino ha hecho alguna vez para ver si de esa forma son admitidas (extrañamente eso suele funcionar). Contemplar desesperada como, ni rozándola suave ni dejando una marcaza al pasar el canto en el duro pero arañado metal , la máquina escupe de nuevo la moneda .

...


martes, 3 de noviembre de 2009

Dos gotas de perfume son suficientes


Línea 6.
Dickhead (Kate Nash) sonando...

Me pregunto por qué las mujeres mayores se perfuman tantísimo.
Algo tan banal me planteó una incógnita.

¿Será que a los hombres de su edad les atrae?, ¿será por que quieren atraer a los hombres más jóvenes?, ¿será por que empieza a fallarles el olfato?
¿Será por ocultar su verdadero olor corporal, ya envejecido, casi rancio?, el olor de la vejez es único.
Es una mezcla entre alcanfor, madera y libro viejo y polvoriento.
Con esto no digo que me disguste, ni mucho menos. Creo que el olor de la vejez es entrañable.
Pero no lo es tanto cuando intenta ser camuflado bajo medio litro de Chanel.
Aunque cuando te encuentras en un vagón mal aireado y abarrotado de gente, y una de estas señoronas perfumadas hasta las bragas (iba a decir cejas, pero esto rima, y quién sabe si alguna de ellas alegra su ropa íntima con unas gotas de perfume) en fín, cuando una de estas mujeres entra, el vagón se inunda de alegría, el olor a humedad y a huevo podrido caracteristico en algunas estaciones de metro cambia por completo. Y a mi me entran ganas de levantarme de mi asiento y ponerme cerca de ella.

Mujeres mayores...
siempre me han fascinado.
Las que se maquillan, las que no, las de las gafas de culo de vaso, las de las gafas colgando sobre el pecho por una cadenilla de mini-cristalitos, las de pelo teñido, las de pantorrillas gruesas, las de escúalidas piernecillas, las que usan faldas y enaguas, las que adornan sus abrigos con broches de mariposas, las que se aferran a sus bolsos...
Mujeres que han vivido mucho mas que yo, que ya han vivido lo suyo.
Me pregunto como seré dentro de 50 años.
Otra incógnita sin resolver.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Por qué no salir la noche de Halloween

Esta es la primera entrada de este blog.
Lo que voy a contar ahora nada tiene que ver con lo que más tarde espero será, un blog lleno de anécdotas que contar.
Historias reales, ficticias. Sueños entreverados que se mezclan entre la realidad y la ficción. Historias cotidianas, historias imposibles. Reflexiones.
Historias que se escriben solas a tiempo real mientras una viaja en transporte público.
Escritas como simples anotaciones en un cuaderno, en otro cuaderno, y en otro..y cuando no hay cuaderno donde escribir siempre es útil el reverso de una factura, la esquina de un periódico gratuito, el dorso de la mano...
Como si de una crónica se tratase me he propuesto compartir todas estas anécdotas.

Dirigido a todos aquellos que vais dormidos en el metro, a los que tarareais la música que solo vosotros podeis oir, a los que cruzan sus miradas conmigo, a los músicos que interpretan siempre la misma canción al organillo, a los perdidos a 20 metros bajo tierra...
Dirigido a todos aquellos que aprecien las pequeñas historietas que una veinteañera, espía de tres al cuarto puede ofrecer.

Por qué no salir la noche de Halloween entonces.
Sencillamente por que elegí quedarme en casa haciendo orden en todo el material del que dispongo para hacer que este proyecto salga adelante, en vez de disfrazarme de bruja putilla, o de calavera, o de galleta maría (una galleta con guantes blancos y a tamaño humano acojona), y salir a emborracharme como tantas noches he hecho ya.
Quizás por romper la rutina.